Descripción
El Castillo Abadía de Montearagón se localiza en la localidad de Quicena. Fue fundado por Sancho Ramírez en el año 1085 y posteriormente cedido por Pedro I a la orden de San Agustín. Este castillo abadía alcanzó su época de mayor esplendor en el siglo XIV, siendo un importante núcleo económico y político.
En su seno se fundó una capilla real, circunstancia por la que se produjo el traslado al recinto de canónigos regulares de Jesús Nazareno desde Loarre, que determinó el matiz monástico del lugar. Se convirtió en un gran centro monástico durante la Edad Media, llegando a ser en el siglo XVI un importante centro espiritual del que dependían más de un centenar de parroquias de la comarca.
Se trata de un recinto amurallado de gran extensión, flanqueado por torres, de piedra oscura y sillería bien tallada. Al recinto se accedía por una rampa que rodeaba el edificio y que terminaba en una portada situada en el lado Sur. La puerta consistía en un arco de medio punto situado bajo una torre. El patio central conserva restos del aljibe y antiguas construcciones pertenecientes a la abadía como el claustro, la biblioteca, el refectorio...
La abadía se construyó entre los siglos XII y XIII. Fue un palacio de planta rectangular hoy muy deteriorado a pesar de la restauración que se llevó a cabo en el siglo XVII. La iglesia se sitúa en el lado Norte. Fue consagrada por Pedro I en 1099. Fue reformada en el silgo XV y en el siglo XVIII. Cuenta con cabecera semicircular al interior y plana al exterior. Es de gran interés la capilla románica con ábside semicircular y cubierta con bóveda de medio cañón. Contiene además una pequeña cripta donde, al parecer, se conservó el sarcófago de Alfonso I el Batallador.
El interior albergaba un retablo, labrado en 1506 por Gil de Morlanes, que fue trasladado a la catedral de San Salvador de Huesca. Se conserva una sala o estancia cubierta con bóveda estrellada que debió ser la sacristía. La iglesia tiene, además, una capilla inferior, o cripta, denominada Santa María de "baixo terra", con una bóveda de medio cañón y fábrica también románica.
El conjunto se completa con una Torre del Homenaje, es decir, la que contenía los acondicionamientos necesarios para servir de refugio en tiempo de guerra. Está adosada al ábside de la capilla. No destaca mucho en altura del resto de la edificación y se remata con un campanario de época posterior a su construcción. La cubierta original era una techumbre a cuatro aguas. Se ilumina gracias a saeteras y ventanas con arco de medio punto. Debió tener tres plantas a las que se accedía por una escalera adosada al muro.
En el Museo de Huesca se guarda un capitel procedente de uno de sus claustros.